jueves, 10 de enero de 2013

La pedagogía del oprimido

Como continuación a la entrada anterior, vamos a ver los fundamentos filosóficos de la pedagogía de Paulo Freire. Hablamos de un pedagogo que pone en su teoría y práctica la relación con los demás, ya que es algo que se considera clave en todo crecimiento personal; por supuesto, la transformación social se produce gracias a la educación mutua de sus miembros. De las páginas de La pedagogía del oprimido son estas palabras: "(…) la liberación es un parto. Es un parto doloroso. El hombre que nace de él es un hombre nuevo, hombre que solo es viable en la y por la superación de la contradicción opresores-oprimidos que, en última instancia, es la liberación de todos". Hay mencionar, en primer lugar, la evidente influencia de Erich Fromm y de las ideas presentes en la obra El miedo a la libertad; ambos autores se conocieron en Cuernavaca (México), lugar donde Fromm estuvo instalado un tiempo. Existe un concepto del que habla Freire, que alude a la "verticalidad"; se trata de la "educación bancaria", según la cual existe una separación tajante entre los roles del educador, el que otorga conocimiento, y el educando, considerado un ignorante. Veamos de nuevo las palabras de Freire:
"En la visión «bancaria» de la educación, el «saber», el conocimiento, es una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes. Donación que se basa en una de las manifestaciones instrumentales de la ideología de la opresión: la
absolutización de la ignorancia, que constituye lo que llamamos
alienación de la ignorancia, según la cual ésta se encuentra
siempre en el otro."
Freire demanda humildad, por parte del educador, y respeto hacia un educando que bajo ningún concepto puede considerarse ignorante; deben conciliarse los dos polos, de tal manera que ambos se hagan, de forma simultánea, educadores y educandos. Donde coincide en términos generales con Fromm es en su propuesta de "humanizar" la vida; para el autor alemán, la vida humana debe racionalizarse, pero no en el sentido de intelectualizarla, sino de humanizarse, haciendo que responda a las necesidades específicamente humanas. Esa humanización supone el desarrollo de un vínculo afectivo con los otros hombres y con el mundo; superando toda cosificación, toda conversión del otro en un objeto, será la relación fraterna como amor maduro la que gobernará entonces el mundo. En esa misma línea, Freire considera que el educador debe identificar y superar su propia verticalidad sicológica, la cual le empuja a negar el diálogo; así, se persigue la horizontalidad de las relaciones humanas, buscar en el acto educativo la colocación del oprimido fuera de toda estructura opresora. Al igual que en Fromm, en la labor de Freire se apunta a una doble transformación: en el interior del ser humano y en las estructuras sociales. En la labor pedagógica, como interacción horizontal, se está ya realizando la utopía de una sociedad sin opresión entendida como la que no cohibe la expresión de las personas. Es en el medio para lograrla, en el proceso educativo, donde se encuentra ya presente la nueva sociedad. Uno de los más graves obstáculos para que acontezca la encarnación del ideal es la carga ideológica que el oprimido ostenta, la cual está incorporada a él mismo. Freire considera, según su pedagogía del oprimido, que es posible una rectificación de esa "falsa conciencia" en la persona, a nivel interno y externo, y siempre desde su libertad. Si la ideología es el conjunto de creencias e ideas que legitiman una determinada configuración social, Freire cree posible la transformación cultural revolucionaria (es decir, desde el discurso y las ideas); gracias a una praxis ejecutada en la palabra, criticando las creencias asentadas y denunciando las estrecheces ideológicas, es posible la liberación. La transformación social tiene entonces una doble vertiente, la ideológica y la material. Donde se aprecia también la influencia de Fromm en Freire es en el concepto de enajenación, entendida como la incorporación de unas creencias ajenas que operan en nuestro interior, que simular ser propias de la persona y favorecen la situación del sujeto oprimido, el cual vive así engañado. Así, un primer paso en la pedagogía de la liberación, ya que el oprimido no es por lo general consciente de su opresión, es la concientización, con la que se supera la enajenación y la víctima retoma las riendas de la realidad.
"El gran problema radica en cómo podrán los oprimidos, como seres duales, inauténticos, que «alojan» al opresor en sí, participar de la elaboración, de la pedagogía para su liberación. Solo en la medida en que se descubran «alojando» al opresor podrán contribuir a la construcción de su pedagogía liberadora. Mientras vivan la dualidad en la cual ser es parecer y parecer es parecerse con el opresor, es imposible hacerlo. La pedagogía del oprimido, que no puede ser elaborada por los opresores, es un instrumento para este descubrimiento crítico: el de los oprimidos por sí mismos y el de los opresores por los oprimidos, como manifestación de la deshumanización."
De cualquier manera, toda educación liberadora debe partir de la propia realidad vital del oprimido, ya que se entiende que es la víctima la que debe entender mejor lo que supone una sociedad represora. Así, ese punto de partida se sitúa en lo que Freire denomina una situación límite; el objetivo es que el ser humano llegue a un encuentro consigo mismo y con los demás, en la restauración del diálogo como rasgo fundamentalmente humano y humanizante. La persona solo puede expresarse y crecer en un tipo de relación horizontal; se ha mencionado, para esta visión de crecimiento personal en base a la comunicación con los otros, la influencia en Freire del filósofo Jaspers y, en general, del existencialismo y del personalismo. Tal vez Freire lleva más lejos esa visión en su pedagogía, la cual se basa en el diálogo horizontal cuyo aspecto principal es la escucha activa; solo mediante el diálogo puede el ser humano, como persona concreta, ir conociéndose como ser en constante reconstrucción en un mundo que también es susceptible de ser reelaborado. No es posible negar la influencia del existencialismo en Freire, si tenemos en cuenta estas palabras de Sartre en El existencialismo es un humanismo: "[...] el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es y hacer descansar sobre él la responsabilidad total de su existencia". También hay que tener en cuenta la influencia del personalismo de autores como Mounier, cuando vemos en la pedagogía de Freire que la libertad y el compromiso vertebran toda acción educativa; el objetivo no es adoctrinar de ningún modo, sino que los educandos sean capaces de vivir y de comprometerse como personas. Frente a toda visión estática, que caracteriza a las concepciones que Freire llama "bancarias", se impone una visión dinámica; la persona se realiza, por una parte, por su relación con el mundo y con el resto de los seres humanos, y por otra con la posibilidad de construir su propio destino. En síntesis, la labor educativa de Freire se esfuerza en el desarrollo de una conciencia ética y crítica en las víctimas de la opresión por ser los sujetos históricos destinados a llevar a cabo su propia liberación. Se ha dicho que la pedagogía del oprimido de Freire recoge la influencia de importantes corrientes filosóficas del siglo XX llevadas al terreno educativo; aunque esta escuela tiene en cuenta, sobre todo, los pueblos más deprimidos y oprimidos, no es posible negar su sentido universal. La utopía, a nivel planetaria, se construye cooperando, conversando y escuchándose mutuamente.

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